El criterio más habitual es usar algún indicador externo (por lo general las notas que se obtienen por cada aprendizaje realizado) pero nosotros consideramos que cada persona que se encuentre en situación de aprendizaje debe contar con un indicador interno (el estado de bienestar, de tensiones que no sean excesivas) que permita evaluar la calidad de los aprendizajes. Este elemento es el que nos permite postular como objetivo central la autonomía de los aprendizajes. De este modo tenemos que discernir entre situaciones donde las notas altas van asociadas a niveles muy elevados de tensiones, de otras situaciones donde hay una dinámica armónica y de retroalimentación positiva entre la escena externa y la escena interna del aprendizaje en cuestión.
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